Existen determinados casos en los que el papel presenta un nivel de deterioro tan avanzado, o la cantidad de material a intervenir es tal, que una reintegración manual no sería viable. Muy a menudo, las lagunas determinadas por los ataques de insectos se extienden a la superficie total de los folios, por lo que se requeriría de un tiempo excesivo de optar por la metodología tradicional. En cambio, la reintegración mecánica es mucho más resolutiva: permite obtener un alto nivel de calidad en los injertos así como una notable rapidez en la ejecución.
En qué consiste la reintegración mecánica
La reintegración mecánica se logra a través del aporte de nuevas fibras de papel, mediante un sistema bastante complejo, para lo cual intervienen fundamentalmente dos dispositivos: el primero, un disgregador que sirve para desmenuzar, homogeneizar y favorecer la suspensión en agua de la pulpa de papel a utilizar para el resarcimiento de las lagunas. El segundo, el reintegrador, constituido por un tanque dotado de una bomba aspirante para favorecer la deposición de las fibras en correspondencia con las lagunas del material. El tanque dispone de una gaveta con rejilla extraible sobre la cual se preparan los folios evitando su manipulación. Esta última se vuelve a introducir al tanque que comienza a llenarse de agua. En el agua se suspenden las fibras de papel en cantidad equivalente a las lagunas de los folios a reintegrar. A este punto, desde el fondo del tanque es aspirada el agua y las fibras en suspensión se posicionan en correspondencia de los faltantes, donde se verifica la mayor aspiración. A continuación se procede al reaprestado de los folios y se los somete a un prensado suave para nivelar y alisar la pulpa.
Folio antes de ser intervenido
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